Si lo sé no vengo

"Una caña"- El camarero me mira con cara de asco, como perdonándome la vida. Aquí en Madrid es algo normal. Espero tranquilamente el aperitivo: una bandejita repleta de salchichón troceado como las patatas de un guiso. Fantástico.
Los camareros nunca han sido santo de mi devoción. Y ellos me lo ven en la cara. Ó eso creo yo.
Tengo más hambre.
"Un montado de jamón"- el aperitivo me ha servido de poco. Y aquí los montados son como los bocadillos de mi tierra. Una vez pedí un bocadillo y me pusieron una barra entera de pan. Adoro Madrid por estas cosas. Aunque a los camareros los podrían gasear.
Se me echa el tiempo encima, así que pido la cuenta:
"Me dice cuánto es"- vuelve a mirarme con cara de las-ganas-que-tengo-de-ostiarte.
"¿Qué es lo que tienes?"- mientras lo dice mueve el palillito en la boca de arriba abajo.
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