Domus

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Siempre bajaba a la playa las noches de luna llena.La necesidad de enredar mis cansados pies entre las aguas frías y alzar las piernas echado sobre la arena se había covertido en una maravillosa adicción de consecuencias serenas. El sueño venenoso de la cotidianidad se diluía lentamente como la luna en el mar, creando una mancha luminosa que se desgranaba sobre la superficie rugosa de ese espejo infinito.
No volví a despertar.
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