Un Día en el Prado

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Sin lugar a dudas las tres circunstancias que han marcado mi existencia por orden alfabético y de importancia son las siguientes: primera, cuando asistí como público al magazine matinal de Ana Rosa. Magnífica profesional oiga. Segunda, el día que mi padre me soltó una ostia de proporciones bíblicas cuando le abrí las cuerdas a su mejor raqueta Dunlop. Mi padre siempre tuvo las manos grandes y las neuronas pequeñas. Tercera, un almuerzo en el restaurante gallego "O Pazo do Conocemento" en el que el pulpo aún chillaba. Muy dramático.
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