No encontraba la llave

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Mientras pintaba la señora Snow el gato jugueteaba con las patas de la mesita auxiliar, donde ella colocaba la paleta embadurnada de colores grisáceos. Abrió la ventana para que entrase algo de aire y refrescase el ambiente envenenado de trementina.
La señora Snow se había enamorado y trataba de enmascarar la sacudida empastando el bodegón con colores al óleo.
Se quedó mirando fijamente. Ese maldito jarrón tenía el color muy parecido al de sus ojos.
Sus ojos eran del color de la miel.
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